Como hacer Tinturas.- 1ª Parte





¡Hola, Arqueros y curiosos!
Hace un par de días, estuvo haciendo Rafael de “alquimista”: renovando hierbas en tinturas, mezclando aceites, dando forma a “nuevas criaturas” y preparando futuros licores.
Como no tenemos un espacio destinado a estos menesteres, la cocina pasa a ser el centro neurálgico, un “laboratorio de herbolario” y un obrador, porque mientras él hacía “alquimia” de hierbas, yo hacía “alquimia” preparando una nueva receta de galletas; ¡la mezcla de olores era del todo embriagadora! Y, por si no fuese suficiente, iba probando “en mis propios huesos” los remedios herbarios; el resultado fue dejarme un hombro con tendinitis medio adormecido y sin dolor durante unas cuantas horas J
Bueno, ¡vayamos al grano!
Cuando queremos conservar las propiedades y alargar la vida de nuestras hierbas medicinales, lo que hacemos, es una Tintura, o lo que es lo mismo, un concentrado líquido que nos permite tener en un par de gotas, las propiedades de una gran cantidad de hierbas. Ya os ha contado Rafael que el etanol (el alcohol de uva) es el mejor para “crear” las tinturas; él prefiere el aguardiente y si es bidestilado o tridestilado mejor, pero hay que reconocer que actualmente es difícil de encontrar (salvo que vuestro farmacéutico os lo prepare o que tengáis un alambique y mucha paciencia… o un laboratorio, claro…), así que si queremos otros alcoholes igualmente neutros, podremos utilizar el orujo o el vodka, aunque son válidos también el ron, el whisky, el brandy, etc. En cualquier caso, salvo que la tintura que vayamos a realizar sea exclusivamente de uso externo (en ese caso podremos usar alcohol etílico, el de farmacia de toda la vida), debemos emplear siempre un alcohol apto para el consumo, ya que así podremos utilizarlo tanto para uso interno como externo.
La segunda materia prima que necesitamos, es, sin duda, una buena selección de plantas: las nuestras recién cortadas y frescas, las que hayamos recolectado y dejado secar, o si no nos ha dado tiempo, nos servirán igualmente las de nuestro herbolario de confianza. Para las tinturas se aprovecha toda la planta; normalmente en las hierbas medicinales usaremos las ramitas enteras con flores incluidas, pero también se pueden hacer tinturas de raíces, de semillas y de las cortezas de varios árboles o arbustos leñosos. Rafael os irá contando en breve cómo hacer diferentes tinturas según el uso que les vayamos a dar y os especificará qué elementos utilizar de las plantas y también las cantidades y porcentajes de hierbas y alcohol. Recordad que en esto, como en todo, aunque se nos dé bien y sea muy gratificante, es primordial tener los conocimientos y la experiencia para poder realizar “nuestra pequeña botica de remedios”, o por lo menos una “receta” que sepamos fehacientemente que va a ser buena, porque ni todas las hierbas son adecuadas para hacer tinturas, ni siempre es recomendable tomarlas; me explico, hay plantas que tienen principios tóxicos que se potenciarán al prepararlas en tintura y además, hay casos en los que si os estáis medicando es inviable este tipo de soluciones naturales; en algunos casos porque puede producir efectos secundarios no deseados, y en otros simplemente por el uso del alcohol. Así que como no son conocidas todas las interactuaciones con los medicamentos, más vale siempre prevenir.
Algo que también es importante a la hora de realizar Tinturas es el uso de plantas fresca o secas y la diferente graduación del alcohol, pero eso lo veremos en el siguiente post, mientras, dedicaros a pensar qué tintura vais a realizar primero o preguntadle a Rafael qué os propone él para esas “contracturas de Arquero”.
¡Nos leemos!


Sol

El Laurel.






¡Hola Arqueros y Curiosos!
Hoy tenía pensado enseñaros el Laurel que está en el jardín, pero ha sido imposible porque todo el día ha estado lloviendo y con muchísimo viento, así que, en otra ocasión será.
Está situado en la esquina nordeste del jardín, protegido por el seto que le hace de cortavientos y por el invernadero del vecino; esto es porque al Laurel no le gusta demasiado el frío y aquí los vientos del noroeste y del suroeste suelen ser helados en invierno, con todo, éste ya ha debido acostumbrarse al frío, porque lo cierto es que no parecen ni afectarle las heladas.
Para que no os quedéis sin reconocerlo, he encontrado una página que me ha gustado mucho y en la que se ven con mucho detalle en las fotografías las diferencias entre el LaurusNobilis y el PrunusLaurocerasus o Laurel cerezo. Es importante distinguirlos porque si el primero es el arbolillo aromático que todos conocemos (sobre todo a los que les gusta el marisco sin mucha elaboración…), el Laurel cerezo, bastante utilizado para formar setos, requiere bastante cuidado en su manejo y es venenoso por ingesta, ya que tiene ácido anhídrico; habrá personas que incluso les produzca reacción cutánea con sólo tocarlo, pero la ingesta, tanto de las hojas como las del agua, con este tipo de laurel puede provocar nauseas, vómitos, disnea, espasmos y fiebre, aunque en las dosis adecuadas para preparaciones medicinales sí se utiliza, especialmente como expectorante; pero yo no me arriesgaría a andar con él; lo podéis distinguir fácilmente por el olor amargo que tiene y porque las hojas son dentadas, así que no lo toqueteéis demasiado, y si tenéis alguno ornamental o como seto, ¡siempre con guantes!
El Laurus Nobilis , que es el que nos ocupa, era en la antigüedad clásica el árbol consagrado a Apolo, dios de la música y la poesía, de la profecía y de la curación; árbol de oráculos y victorias que es lo que significa Laurus.
Los griegos consideraban a éste arbolillo la panacea de todos los males y por eso lo dedicaron al dios Esculapio, que era el dios de la medicina; recordad también que los griegos coronaban con Laurel a los ganadores de sus juegos y que los romanos, decoraban las puertas del palacio de los césares con las hojas de Laurel como símbolo de nobleza y de los más altos logros; de aquí, viene la expresión “le han llovido laureles” (ha triunfado) o “no te duermas en los laureles” (no pienses que por tener éxito, ya no vas a tener que seguir esforzándote). También era tradición coronar con el Laurel con frutos, a los jóvenes que se doctoraban, y de los frutos o “baccas lauri “  (bayas de laurel), viene el término francés “Baccalaureate” (bachillerato).
Mucha inspiración popular ha movido el Laurel, y siempre con signos de eternidad, de resurrección, de creatividad, buena suerte y protección, hasta tal punto, que desde la época de Nerón ha existido el mito de que si muere un árbol de Laurel en un jardín, es que alguien de la casa va a morir; incluso Shakespeare menciona este mito en Macbeth:

“Se cree que el rey está muerto: nosotros no nos quedaremos,
Los laureles de nuestro país están todos marchitos.”

No conozco todas las propiedades del Laurel, aunque seguro que Rafael si os podrá ilustrar sobre ellas; sé que tiene propiedades antirreumáticas, y por tanto antiinflamatorias, y que suele utilizarse en infusión como remedio estomacal. Siendo sincera, los usos en casa, aparte de ser indispensable en muchos hervidos para aromatizar  y como condimento en general, lo usamos para muchas cosas y Rafael todos los años recolecta los diminutos frutos que brotan tras la floración, y las hojas, para hacer Aceite de Laurel.
Nuestro Laurel es macho, por lo que no da los típicos frutos con forma de aceituna negra y de los cuales se hace la Manteca de Laurel, con la que se fabrican los famosos jabones de Alepo
Otro uso que no mucha gente conoce, quizá porque no es necesario habitualmente, es como antipolillas de la madera; en las casas antiguas, con suelos de madera natural, o en esos viejos armarios de las casa de pueblo, si colocáis ramas de laurel, podéis estar seguros de que las polillas no asomarán por allí y encima, olerá fenomenal. Rafael, suele usarlo, ya que arde bien, como incienso y para sahumerios, solo, triturado con otras plantas y un aglutinante, o como hato central trenzado con otras hierbas y maderas.

¿Sabéis algún uso más del Laurel?

Sol


Primeros consejos de recolección y preparación de nuestras hierbas.



¡Salud Arqueros y Montaraces!. Vamos a abordar los rudimentos de toda preparación.
Primero, como decíamos hace poco, disfruta en todos los pasos.  Recoger hierbas no difiere en esto del tiro con arco: es un cortejo y, por tanto, o disfrutas del camino, o no encontrarás el fin; no tiene base científica, pero lo que de verdad confiere potencia a cualquier preparación es esto y no otra cosa, siempre que uses los ingredientes adecuados.
Segundo, no te acerques a la naturaleza como un saqueador. Respeto y agradecimiento son importantes en las relaciones humanas, y aquí también. Coge lo estrictamente necesario (ya dijimos que es poco, basta una pequeña parte) y deja el resto a la propia naturaleza y a los demás, tanto si estás en el monte o incluso en tu propio huerto de medicinales. Usar tus propias hierbas es casi una razón emotiva, energética; las que puedas adquirir en herbolario tienen los mismos principios.
Tercero, respeta a la tribu; esto te da una medida del tiempo en que vives. Algunas plantas están protegidas (como la humilde manzanilla) y, aunque algunas leyes son un exceso, suelen tener un sentido. Muchos depredadores ambientales ostentaban buenas razones. Así, sentido común, respeto y tolerancia suelen ir de la mano. A estas alturas, ya no hay naturaleza sin el hombre, ni hombre sin naturaleza. Recoge los dones y respeta a los demás; otros llegaron antes que tú y hay muchas perspectivas, a menudo el campo tiene dueño y acoge otros usos ancestrales, como el de agricultores y cazadores.
Dicho esto, podemos entrar en las bases: a grosso modo hay tres preparaciones básicas: decocciones, tinturas, aceites, y una cuarta que es la destilación. Combinadas forman una emulsión. Cada una tiene sus ventajas y propiedades.
Para los aceites, ya sea en caliente o por inmersión de las hierbas en frio, personalmente me decanto por el aceite de oliva: Es de aquí, es bueno, es económico. No necesitas un aceite virgen de gourmet, simplemente un buen aceite virgen. Sobre éste, una vez elaborado con las hierbas oportunas,  puedes añadir aceites como el de linaza, con maravillosos efectos sobre la musculatura o, el de trigo –que propiedades aparte- es un antioxidante y conservante natural. Y a partir de ahí equilibrar la mezcla con otros, aceite de pepitas de uva, almendras, sésamo, etc., o “subirla” con aceites esenciales por  destilación.
La decocción prolongada o la infusión en agua, a veces es el mejor método, pero hay que tener cuidado con las temperaturas y las prisas, ya que la temperatura destruye algunos principios. Por ejemplo, el salicílico no soporta la ebullición.
El alcohol. El de farmacia va bien, pero (al menos una parte) es preferible que sea alcohol de uva corregido, una especie de aguardiente bidestilado. En su ausencia, una parte de aguardiente sirve, pero en algunas preparaciones puedes usar brandy, incluso otros alcoholes aptos para ser ingeridos.
Sales. En mi caso la aproximación a este elemento ha sido totalmente empírica, tiene un origen alquimista, y en lo que mi propia experiencia he comprobado, funciona. Funciona físicamente y además permite una mayor “consciencialización” del preparado. Ahora bien, extraerlas no está al alcance de todos y la alternativa, las sales Schüssler, no son exactamente lo mismo y vienen disueltas en lactosa; con todo, sirven.
Bases oleosas para cremas y geles. Hay cremas neutras, pero lo mejor es usar manteca de cacao, karite y cera virgen, o mezclas de aceite y cera. En los geles, podríamos decir que una crema no grasa, lo mismo, si lo haces tú, agar-agar y/o decocción de semillas de lino.
Aceites esenciales. La quinta esencia del vegetal, se obtiene por destilación y aporta aroma y otras cualidades. Añadir esencias y tinturas fuertes al final, es la mejor manera de redondear y potenciar cualquier preparado. Aparte brinda todos los recursos de aromaterapia.
Experimenta. Se valiente, pero no pierdas la prudencia. Verás que una mera suma de componentes que hacen lo mismo, a veces resta. Un sistema no viene mal, y a saber hay dos: la alquimia y la telurología. Una con base celeste, otra con base telúrica. Ambas pueden darte un pie, y ciertas explicaciones –acientíficas- de porqué hay componentes que se complementan siendo opuestos y otros, que se combaten siendo afines.
Y me despido con una máxima de la experiencia: Todos estos remedios se diseñan con la mente, se elaboran con el corazón y, finalmente, se redondean con el olfato.


La Magia de nuestras “Hierbas”





¡Hola,  Arqueros y Curiosos!
Hoy, con la invernía que parece negarse a dar paso a la primavera, con esos colores plomizos de azul ultramar y violetas, no he podido evitar una “morriña” lenta y placentera que me ha trasladado a las sierras, no madrileñas, sino gallegas, de hace unos cuarenta años -¡que mira si ha llovido!-. Mi Galicia, es una tierra de Meigas y Magia donde las haya, aunque creo que coincide con todas las tierras donde se extienden las brumas durante meses, y donde los rayos de sol apenas consiguen salir un par de horas al día, si tenemos suerte.
No os voy a hablar de Galicia, ni de Meigas, pero sí de la Magia que siempre ha rodeado a las plantas.
La estrecha relación que existía entre la magia (como algo inexplicable) y la medicina, ha creado miles de mitos entorno a las plantas desde tiempos remotos, y siempre resulta curioso leer antiguos remedios de herboristas como Dioscórides, Gerard o Culpeper. Si pudiéramos trasladarnos al siglo VII antes de Cristo, a la biblioteca de Asurbanipal, encontraríamos las tablillas en las que sus médicos tenían registradas las propiedades de 250 plantas, entre las que estaban, por ejemplo, la amapola, la belladona, el ajo, la cebolla, el cáñamo y el azafrán.  Tanto egipcios, como griegos y romanos, veían de forma sacra las plantas y las hierbas, y las utilizaban para rituales y culto; también existía todo un sistema simbólico entorno a ellas y las utilizaban como lenguaje secreto, intercambiándose guirnaldas o ramilletes; esta tradición transmitida por siglos, llegó a hacerse tremendamente famosa en la corte medieval francesa, llegando a ser el lenguaje de amantes, poetas y místicos.
Podría seguir contándoos la evolución en los estudios medicinales de las plantas, desde Aristóteles a Hipócrates, o desde Dioscórides a Nicholas Culpeper, pero eso, si queréis, puedo intentar contároslo en otro momento.
Lo que realmente me ha movido a escribir, ha sido la “morriña” y el recuerdo de mi abuela, con su respeto y grandes conocimientos de mil “hierbas” que cultivaba, mimaba, recolectaba y etiquetaba meticulosamente, y con las que  preparaba remedios sin fin. A esta “Magia” era a la que me refería cuando he iniciado el post. Nuestras sabias abuelas, mujeres espectaculares donde las haya, tenían, sobre todo si vivían en el campo, algo innato que las hacía grandes conocedoras de las plantas. He de reconocer que poder pasar largas temporadas en un vergel como el que mis abuelos crearon, marca de algún modo mi forma de ver y sentir la naturaleza, y quizá también se moldeó la percepción de lo mágico o ese embelesamiento que a todos los que nos gusta la naturaleza y las plantas sentimos simplemente al contemplarlas. Mi abuela ponía mucho cuidado en la forma de tratar las plantas, les contaba lo que iba a hacer con ellas, las seleccionaba y las cortaba con una diminuta hoz o con una tijeras, exclusivas para sus “hierbas”; había plantas que era indispensable recolectar en un determinado momento (los calendarios lunares se los sabía de memoria), sembrarlas en una determinada luna, hacer esquejes, incluso recoger algunos frutos, era una pura magia de rituales y movimientos precisos, como si estuviese en un laboratorio y todo estuviese medido y calculado de antemano; pero creo que era básicamente entrega,  ensimismamiento y amor, lo que movía sus manos. Cuando recogía “hierbas”, eran momentos especiales para ella, y lo hacía con la máxima concentración; cuando necesitaba alguna planta silvestre que no era posible cultivar, como el árnica o los arándanos, era capaz de recorrer kilómetros para recolectarlas –hoy en día, esto sería imposible; tenemos a favor que son mucho más fáciles de conseguir; eso sí, aunque las propiedades sean las mismas, el sabor de los arándanos no tiene nada que ver -.
En la huerta-jardín que tenían mis abuelos, realmente había de todo, desde colmenas para las abejas, hasta un gran sapo que vivía en el estanque; un pequeño topo al que mi abuelo dejaba airear la tierra en el huerto de temporada y varios pajarillos que parecía tener domesticados, ya que se posaban en su rodilla cuando se sentaba a la sombra de un gran manzano antiguo que había injertado con dos tipos de manzana, la sangre de toro y la mingán. Todo era útil en la huerta y toda la huerta era un jardín: caminos de rosales a cuyos pies siempre se encontraban ajos y cebollinos; melisa, bergamota y cilantro, cerca de las colmenas; la menta –de la que estoy pensando en hacer un post en breve-, estaba apartada del resto de las hierbas, porque es realmente invasiva, con lo cual, perfumaba la puerta trasera de la casa, bajo la sombra de un camino emparrado de vides. En la parte más soleada pegada a la casa, había pasionaria, grandes matas de ruda bajo una higuera, hisopo, azucenas, lirios, tomillo, orégano, romero, ajedrea, salvia y bueno, no quiero extenderme más porque sería imposible describirlo para que realmente tuvieseis una imagen de cómo era.

Lo realmente mágico de todas las “hierbas” es que consiguen despertar todos nuestros sentidos: olores, texturas, vistosidad, el sonido del viento en ellas o los distintos zumbidos o gorjeos según a qué animalillos atraigan y, por si esto no fuera suficiente, no sólo las utilizamos para dar sabor a nuestra gastronomía sino también para potenciarlos; se usan como repelentes de insectos y para evitar plagas en la huerta; para eliminar olores o aromatizar con distintas fragancias nuestras casas; poseen reconocidas cualidades curativas en infusiones, cocimientos, aceites esenciales… ¡No es esta suficiente Magia! Yo creo que sí, y ¿vosotros?, ¿habéis sentido la magia de las “hierbas” alguna vez?


Sol

El Tomillo




¡Hola  Arqueros y amantes de la Naturaleza! ¡Seguimos observando nuestro entorno!
Como os decía en el post anterior, el año pasado planté un pequeño Romero en una jardinera, pues bien, a ambos lados del romero planté unos esquejes de Tomillo, ya que los requisitos tanto de riego como de exposición solar son similares en ambos, y el tipo de suelo y drenaje también. Al hilo, os comento a los que estáis pensando en empezar a fabricaros vuestro mini espacio de aromáticas, que tanto el Romero, como la Mejorana, el Orégano, la Salvia, el Laurel, la Lavanda y el Tomillo, son plantas que podremos tener juntas, ya que todas se desarrollan muy bien a pleno sol y además no requieren muchos cuidados;  son perfectas para un jardín sostenible, un balcón, el alféizar de una ventana o una galería; no necesitan mucho riego en verano, es más, no les gusta que las mimen en exceso, y no tenéis más que daros un paseo por los alrededores para ver que crecen muchas de ellas de forma silvestre; eso sí, procurad que los recipientes en los que os decidáis a cultivarlas no sean de plástico para que no se deshidraten si están muy expuestas al sol en verano, ni sufran un exceso de humedad en invierno.
Vamos a deleitarnos un ratillo con el Tomillo.
El hecho de que lo plantase con el Romero, aparte de lo que os acabo de contar, es porque sus propiedades medicinales son muy similares y también sus florecillas, como podéis ver.
                       


Rafael os podrá contar muchas cosas de las propiedades del Tomillo, yo, como siempre, llevándolo exclusivamente a la experiencia propia, os diré que casa perfectamente con el Romero y que podéis fabricaros un nuevo ACEITE PROPIO incorporando ambos, ya que los dos son excelentes relajantes musculares. Además, el Tomillo es uno de esos antibióticos con los que la Naturaleza nos agasaja, con lo cual, tenemos con él un antiséptico perfecto para esos rasguños en el campo.
Tengo en la estantería un maravilloso libro editado en 1977 por Salvat, que se titula “Historia, mito y presencia de la flor”, y aunque soy más dada a contar que a transcribir, os voy a transcribir un párrafo que viene en la página 119 (por si algunos tenéis el libro):
“Como medicina, los romanos lo emplearon contra las epilepsias y las mordeduras de serpientes. También el tomillo hervido con vinagre decían que disipaba las jaquecas pertinaces. En decocción se consideraba eficaz contra las melancolías perniciosas. Además, se decía que activaba la circulación de la sangre, favorecía el trabajo intelectual y proporcionaba un sueño apacible. Cuando en 1719 se destiló de la esencia del tomillo un fenol llamado timol (que hoy se fabrica sintéticamente), se hizo el agua timolada, tan acreditada para los golpes, reumatismos y tortícolis. También las hojas pulverizadas del tomillo eran consideras un dentífrico excelente. El tomillo en vino producía un brebaje con efecto sanador de úlceras y heridas menores.”
Como podéis ver, los usos del Tomillo son de lo más variopintos desde la antigüedad; pero yo os diré que aparte de utilizarlo junto con el aceite de Romero para los masajes, cuando más lo usamos en casa es en el invierno y en la primavera. Os cuento: las infusiones de Tomillo (unos 20 o 30 gramos de Tomillo por litro de agua), son de esos remedios caseros que funcionan a las mil maravillas para aliviar los dolores de garganta o cuando se tiene el pecho muy cargado de mucosidad; pero además, también funciona muy bien para la tos seca y asmática de las alergias; por eso os decía que cuando más la utilizamos es en invierno, por los catarros y, en primavera, porque tenemos a una alérgica en la familia.
Otro truquillo que os resultará útil y que yo hago a mi hijo –un púber con las hormonas “ajetreadas”- es una decocción (unos 1oo gramos de Tomillo por litro de agua, durante unos quince minutos al fuego, pero sin que llegue al punto de ebullición), que resuelve a las mil maravillas ese fastidioso sudor de los pies y que se transforma en algo irrespirable en las deportivas de un adolescente, ¡seguro que todos los Arqueros que tengáis hijos adolescentes me entendéis!; pero lo mejor, es que funciona igual de bien cuando llegáis a casa agotados y con los pies ardiendo tras una larga jornada de tiro o de estar haciendo senderismo en verano. Sólo tenéis que realizar un baño de pies con la decocción una vez que esté templada, luego enjuagarlos con agua fría y secarlos bien; si tenéis a alguien que os dé un masaje en los pies con cualquiera de los aceites que os habéis hecho vosotros mismos, ya ¡ni os cuento!; también puede ser un auto masaje… ¡Espero que me contéis cómo os ha ido cuando hagáis la prueba!



Como lo prometido es deuda, aquí tenéis las fotos del Romero y del Tomillo. (Perdonad la calidad, pero están hechas con un móvil ).





Otra cosita.
 No tiene nada que ver con el Tomillo, pero tal vez os sea útil a alguno. La foto superior que he puesto del Tomillo, no la he hecho yo, básicamente porque quería que vieseis las florecillas que le salen, y mis Tomillos todavía no han dado flor. La he sacado de una página que os podría resultar útil si tenéis que subir alguna foto a la red y no podéis hacerla vosotros mismos. Son fotos libres  de derechos de autoría. La página en cuestión se llama https://pixabay.com/
¡Suerte Arqueros y Curiosos y hasta el próximo post!


Sol


El Romero






Tenemos la suerte de vivir en la zona noroeste de la Sierra Madrileña y desde aquí, iremos haciendo un recorrido a través de todo lo que tenemos al alcance de la mano, a poco que nos desplacemos para dar un paseo por una Cañada, un Embalse o por cualquiera de los Parques Naturales que nos rodean; pero de momento, mientras esperamos a la eclosión de la primavera, tan cercana ya (aunque ayer mientras pensaba en qué contaros, estaba nevando), ¿por qué no centrarnos en cosas que todavía podemos tener más cerca?
He decidido empezar por el jardín, porque me encanta observar cómo va despertando todo en esta época, tras el adormecimiento invernal (aunque este año, ha sido extraordinariamente anormal; en enero tuvimos ¡una segunda floración en los crisantemos!). Para los que no tenéis jardín, seguro que tenéis un rincón especial con vuestras plantas favoritas y, si no es así, os propongo planificar una simple jardinera o un par de ellas, incluso pequeñas latas grandes de conserva o cualquier otro recipiente, para recrear un hermoso y gratificante jardín de plantas aromáticas. ¿Empezamos con nuestro paseo imaginario?

Hace apenas una semana que ha empezado a florecer un pequeño Romero que planté el año pasado a finales de verano; os enseñaría una foto, pero hoy hay una luz muy fea y prefiero hacérsela cuando salgan unos rayitos de sol; prometo subirla para que veáis las florecillas y lo que han crecido las ramitas.
Si os gustan las plantas y ya habéis investigado en los millones de entradas que existen en la red, sabréis que en la simbología cristiana, el Romero representa la “Fidelidad”. Ése, ha sido otro de los motivos por los que he elegido el Romero para que esté presente en esta nueva andadura del Blog, a modo de tarjeta de presentación.
La Fidelidad y la Lealtad son dos valores que siempre han definido a los “hombres de armas”  junto con el Honor y, los que conocéis a Rafael, sabréis que se “exalta” cuando toca estos temas y que ciertamente es como un caballero antiguo, defensor a ultranza de las armas y la pluma como formas de expresión. Esto me hace recordar el famoso ”Bálsamo de Fierabrás” de don Quijote, que después de ser apaleado por un “fantasma” (si recordáis, era un arriero que le atacó oculto en la oscuridad), le pide a Sancho que llame “al alcaide desta fortaleza y procura que me dé un poco de aceite, sal y romero para hacer el salutífero bálsamo”; el resultado no es el que esperaría el lector, aunque Don Quijote se dé por curado; sin embargo, doy fe y soy testigo directo, de que hace ya unos cuantos lustros, cuando Rafael venía de entrenar tiro con arco, los masajes con Aceite de Romero, lo dejaban como nuevo. Esto es algo que sin duda podéis y debéis probar; ya sabéis que para un arquero es imprescindible cuidar especialmente los grandes músculos del tren superior, sobre todo los trapecios, los infraespinosos y los deltoides; pues bien, el aceite de Romero es maravilloso para relajar los músculos después del sobreesfuerzo, y encima ¡es sencillísimo prepararlo en casa! Y  así, podréis presumir de Vuestro Aceite De Romero
Yo soy una enamorada de JOHN SEYMOUR, así que en cuanto tengo alguna duda voy corriendo a la estantería para leer lo que dice sobre el tema, por eso, hago la gran recolecta de Romero a finales del verano, ya que es en esa época cuando pueden cortarse los esquejes por la mitad para fortificar la planta; estos esquejes, nos servirán para hacer un montón de recetas, pero también para generar nuevas plantas; aunque cuando el Romero tiene ya más de dos años, se pueden cortar ramilletes en pequeñas cantidades en cualquier momento del año. Las flores también aromatizan, así que no las desechéis; ¿os habéis fijado ¡qué preciosas son!?
En castellano, Romero tiene dos acepciones derivadas de distintas etimología (ahora me sale la vena filológica…); una acepción es la de “peregrino”, que deriva de “Roma” ya que fue la cuna de las primeras peregrinaciones y la otra acepción, es la del arbusto del que estamos hablando, que en este caso, deriva del latín “ros maris”, traducido como “rocío marino” y en algunos sitios como “bálsamo marino”. Si os fijáis por la mañana, cuando despuntan los rayos de Sol en vuestro Romero florido, realmente tendréis la sensación de ver gotas de rocío salpicadas por las ramas.
Podría contaros las mil virtudes medicinales del Romero, pero hay infinidad de páginas tanto botánicas, como de fitoterapia y naturopatía que os darán una información mucho más cualificada que la mía, aunque también podéis decirle al “Naturópata de la casa” (Rafael), que os cuente más mientras recogéis las flechas y los arcos tras un entrenamiento o mientras os da la prueba del Drambuie que acaba de preparar. Yo puedo contaros sólo mis experiencias con el Romero, por eso vuelvo a insistiros en que os fabriquéis rápidamente el vuestro. Cuando estáis cansados por demasiado esfuerzo físico o mental, o simplemente tras un largo paseo por el monte, un masaje con aceite de Romero es el “sumun”, pero como no siempre es posible que alguien os lo dé, podéis prepararos un buen baño con ese maravilloso aceite que habéis fabricado o, todavía más sencillo, tras una ducha tonificante, extendedlo por el cuerpo sustituyendo a la crema corporal y ¡ya me contaréis vosotros mismos los resultados de la experiencia! Merece la pena, así que ¡ánimo!
Me voy a preparar unas galletas de Romero… ¡Hmmm!
¡Suerte Arqueros y Curiosos y hasta el próximo post!


Sol





Aceite de Romero






CÓMO HACER TU PROPIO ACEITE DE ROMERO
Es muy sencillo, en un frasco de cristal (preferentemente opaco), meted el romero, fresco, (esas ramitas que os dije que también sirven de esquejes y que podéis recolectar a finales del verano) hasta llenar prácticamente el frasco y lo cubrís totalmente con aceite; el aceite puede ser de oliva, de almendras o cualquier aceite que os guste, pensad que el aceite también aportará sus características, a mí personalmente, me gusta el de almendras simplemente porque no tiene un olor tan fuerte como el de oliva, pero todos los aceites son maravillosos y en nuestro país podemos presumir de muchos. Dejadlo en un sitio fresco y seco durante un mes removiendo un poco el frasco cada día y asegurándoos de que el romero está totalmente cubierto de aceite. Transcurridos los 30 días, colad el aceite para eliminar todos los restos de la planta, yo suelo machacar un poco el romero en un mortero para sacar el máximo jugo que pueda y lo añado al aceite. Y, ¡ya está!, aceite de Romero “Home Made”


Más “secretitos” con Romero:
No estaría de más que de paso que os fabricáis el aceite, utilizaseis otras ramitas para crearos una tintura; los pasos son los mismos, pero en vez de utilizar aceite, usaréis alcohol de 60º; bueno, Rafa os dirá un secretito del alcohol más efectivo para hacer tinturas, pero de momento y hasta que el Maestro lo considere oportuno, podéis probar con éste. La tintura lo que os dará es mayor rapidez de penetración en un músculo dolorido por el esfuerzo o una mala postura con el arco, así que yo os aconsejaría llevar un pequeño pulverizador con los pertrechos de tirar.
También podréis fabricaros en casa, crema y jabón sin robaros mucho tiempo, pero prefiero contároslo cuando haga yo mi propia remesa para enseñaros fotos y truquitos caseros.


¡Suerte Arqueros y Curiosos y, hasta el próximo post!


Sol