“Los caminos de la
arquería en Argentina, el sendero oculto”
( Javier Clusellas)
Este artículo no pretende ser un
estudio pormenorizado, de la arquería en la Argentina, sino una mirada amplia,
apartarse para mirar el bosque, sin quedarse en un árbol. Una descripción de
observador y explorador de la disciplina de la arquería, que es una ruta amplia cargada de incertidumbres y
de certezas.
En esta ruta, fui buscando mi propio
itinerario, como definí alguna vez, "mi camino del arco". Y en el
transitar me encontré con aprendizajes, prácticas, clases, competencias,
eventos especiales; y contactos con gente que viajaba en este mismo camino,
aunque no en el mismo sentido, con encuentros y desencuentros, luces y sombras.
En cualquier actividad, hay quienes se
van fijando sólo en los objetivos que tienen por delante, allá a lo lejos,
pensando más en los resultados que en el camino; otros siendo conscientes de
los objetivos, vamos observando el entorno, hacia el cielo buscando respuestas,
hacia la tierra buscando huellas que seguir, hacia los costados del camino,
intentando encontrar otras sendas, como escondidas y siempre presentes
esperando ser recorridas en medio de la espesura del bosque, muchas veces
cubiertas de piedras y malezas. En medio de ese claroscuro que da el bosque, se
siente algo distinto a buscar, algo que va más allá de lo inmediato y más
obvio, de lo material y lo que lleva a logros plausibles; algo que nos motiva a
buscar desde la intuición más que desde el raciocinio.
Cuando tenemos un arco y una flecha en
las manos, por primera vez, podemos percibir una “sensación primigenia” que nos
conecta con un pasado, y a la vez que hay algo trascendente, más allá del
blanco, más allá del propio ser; algo más permanente que la mera obtención de
un centro que nos dé el placer del logro, o el prestigio ante quienes nos
observan; pero a la vez algo tan cambiante como la propia vida, como la
naturaleza, con sus ciclos y su evolución. Percibimos la vibración en nuestros
genes del guerrero ancestral, del cazador primitivo.
Cuando se mira sólo el objetivo del
blanco, se corre el riesgo de dejar de percibir esa sensación primigenia, que
proviene de nuestro interior, en sintonía con el entorno; y únicamente queda el
ansia de tirar cada vez más preciso, cada vez más lejos, cada vez con más
puntaje, y llegar a la cima de la colina, a la cima del podio, deslumbrados por
el brillo de una presea. La arquería deportiva es una disciplina con objetivos
nobles, con muchos beneficios; no se menosprecia su propio valor; simplemente
podemos darnos la oportunidad de tener una mirada diferente, un sentir desde el
interior, un interior que no es sólo mental, sino emocional y espiritual. El
buen tiro, la buena flecha, tiene que ver con algo más trascendente que la
concentración, es la concentración de mente y espíritu, es la meditación en
acción.
Pero volviendo a esa ruta amplia a
recorrer en Argentina, uno empieza a descubrir la arquería, como una actividad
rara, pero que se encuentra en desarrollo en muchos lugares; del mito de una
disciplina de élite, sorprende de que sea algo accesible a cualquiera. Al no
encontrarse tan difundida, como otras actividades deportivas, el imaginario
popular, la ubica como algo que se practica en otros países o limitada a un
sector de la sociedad y de un costo muy alto.
El primer contacto de la gente, pudo
haber sido a partir, de una película, de un libro, o de una información en las
redes sociales o medios de comunicación, y al despertarse la curiosidad, se
acercan a sitios de arquería recreativa, ferias medievales y otros eventos, en
los que pudieron tener la oportunidad de al menos tirar unas pocas flechas.
Despertada la curiosidad, puede quedar como una experiencia aislada, tal vez
puedan comprarse un arco y empiezan a probar en el fondo de la casa, sin
ninguna o poca instrucción (en Argentina como en otros países, los arcos y flechas
son de venta libre); o tomar la decisión de acercarse a algún club, asociación
o escuela donde se enseñe la disciplina.
Se ofrecen cursos breves de
introducción o clases en tiempos regulares; en ambos casos pueden continuar con
clases o prácticas monitoreadas, con prácticas individuales sin monitorear o
entrenamientos más exigentes. En las escuelas y clubes según los objetivos
buscados, se van caracterizando hacia un tipo de arco: el recurvado olímpico,
el compuesto, o los arcos tradicionales, y las variantes dentro de estos arcos.
Entre tantos caminos que se van
abriendo, la mayoría conducen al ámbito más concurrido que es el deportivo, con
competencias de diferentes exigencias; como el calendario de la Asociación
Argentina de Tiradores con Arco (AATA) que adhiere internacionalmente a la
IFAA; cuyos torneos están circunscriptos al área metropolitana de la ciudad de
Buenos Aires y alrededores, en algunos casos particulares en ciudades más
alejadas; y los de la Federación de Tiradores con Arco (FATARCO) de la
Argentina, que adhiere internacionalmente a la World Archery, cuyos torneos se
extienden a nivel nacional y tienden a la preparación para competencias
internacionales, especialmente las que conducen a torneos continentales, juegos
olímpicos y mundiales de la diferentes modalidades outdoor e indoor. Pero
existe otro circuito de torneos de baja exigencia o recreativos que permiten el
ingreso progresivo al circuito mayor.
Como sigue siendo una actividad amateur
en la que cada arquero se hace cargo de su equipo, los requerimientos de
entrenamiento deportivo, cada vez mayores, hacia torneos más exigentes, también
se ve reflejada en la compra de equipo, cada vez de mejor calidad y más
preciso; a lo que se suma, la organización y costos de viajes para torneos
alejados dentro del país, o más aún de torneos internacionales. Pero también,
se puede observar con frecuencia, que arqueros de iniciación, con pocas semanas
o meses de práctica, sin experiencias en competencias, o haber probado varios
tipos de arcos, invierten en equipos costosos, tal vez instalando en la
disciplina la cultura de la sociedad de consumo occidental; y se sienten
impulsados a la competencia en lo inmediato, por el estímulo de lo que sucede
en su entorno de arqueros más experimentados.
Me pregunté muchas veces qué ocurre
desde aquella primera curiosidad, de aquella “sensación primigenia”, las
primeras experiencias de soltar una flecha con el arco, hasta llegar a una
carrera deportiva, la pelea por un objetivo de laureles, o un objetivo puramente
materialista y de consumo, más que la práctica en sí. Cuando la sensación
primigenia pura, es un acontecimiento de liberación, de concentración, también
de miedos y ansiedades, pero indudablemente una experiencia impactante y de
interioridad única que se logra en una sincronicidad de factores y de
dimensiones.
No niego que muchas veces lo material y
competitivo, es perfectamente compatible con la búsqueda de un camino
espiritual, y cada uno camina su propia senda, que en definitiva, lo lleva al
bienestar; pero en mi observación personal, me llamaron la atención las personas
que se acercan a la arquería con esa curiosidad, y manifestando inquietudes
como: “siempre quise probar con el arco y no encontré donde, no encontré cómo”,
“es una deuda pendiente”, y hacen referencias a lecturas espirituales que
mencionan a la arquería, o tratan de explicar esa intuición de algo
trascendente, que indudablemente remite a esa sensación primigenia de una
disciplina ancestral. En muchos de esos casos, llegan a probar en algún lugar,
queda como una experiencia más de la vida, que pudo haberlos dejado una
impronta, más o menos profunda, como un buen recuerdo, o se insertan en la
carrera deportiva, con distintos grados de exigencia.
Existe un sendero oculto a transitar,
que conduce a prácticas inexploradas, para seguir buscando esa sensación
primigenia, de búsqueda interior, de meditación, de sanación física, psíquica,
emocional y espiritual. Me empecé a preguntar si al encontrarme con esa gente
que tienen esta sintonía, con expectativas diferentes de la arquería, podría
guiarlos por ese sendero oculto, en un espacio propio, o en forma itinerante en
ámbitos en los cuales se realizan actividades sanadoras, espirituales, de
meditación, o de trabajo con el cuerpo desde un sentido holístico. Ofrecer una
propuesta propia y diferente, tomando los elementos de quienes transitaron
caminos similares, o alimentarse de técnicas y metodologías, ya desarrolladas,
reunidas en una nueva perspectiva: una práctica distinta, sin compromisos de duros
entrenamientos y grandes gastos, simplemente la búsqueda de uno mismo a través
del tiro con arco, aunque con responsabilidad hacia la propuesta y hacia la
disciplina el tiro con arco.
Pero antes de empezar a hacer una
propuesta a los demás, me encontré con el gran desafío de entender mi propia
evolución, mi propio andar en el camino del arco, que comenzó desde una postura
centrada más en el ego, y desde los logros, en un camino solitario. Hasta
empezar a compartir junto a mi esposa María, todas mis inquietudes y despejar
oscuridades, para clarificar un camino por delante, que debería andar junto a
los que inmediatamente tengo a mi lado, el entorno cercano, más allá de si son
arqueros o no, pero son los que entienden mejor el camino recorrido, y este es
un punto, que en mi evolución entendí como algo fundamental, que para llevar
adelante cualquier proyecto, se debe estar en armonía con uno mismo y con el
entorno inmediato.
La búsqueda de ese sendero oculto, me
llevó por diversos sitios y experiencias, charlas y prácticas hasta llegar a
conocer virtualmente “Arquería Transcendental” de Rafael Marín, de España, con
quien intercambiamos largos correos compartiendo ideas de nuestros proyectos;
hasta llegar a conocernos en persona, compartiendo charlas y cervezas en
Madrid, diálogos muy iluminadores, encontrando similitudes y sincronicidades.
La experiencia, de este encuentro, me ayudó para tomar la referencia y buscar
apoyo en alguien que ya tiene un largo recorrido por este sendero, y fue quien
me fue despejando malezas del mismo, para que pueda yo iniciar este andar, en
algo nuevo y diferente, pero a la vez tan primitivo que se encuentra en
nuestros genes, y tan espiritual que se encuentra en nuestro interior, sólo es
cuestión de animarse a encontrarse con uno mismo y con el otro, a través de un
camino del arco, nuevo y diferente, el camino de la Arquería Holística®.
Arquería
Transcendental
(Eugenio Sánchez Arrate)
Uno de
mis primeros contactos con el tiro con arco fué en una barraca de feria hace
muchos años.
Concretamente
en el parque de atracciones Tivoli de Málaga durante unas vacaciones en mi
adolescencia.
Fué una
experiencia penosa, era la primera vez que empuñaba un arco y no se me dió nada
bien disparar a las dianas. Acabé la vivencia abochornado y ridiculizado por mi
padre, que estuvo presente durante toda la escena con un espíritu bastante
caústico.
Decidí
que el arco no era lo mío y no regresé a él hasta pasado mucho tiempo.
Años
después lo intenté por diversión, en uno de esos bares donde había pista de
tiro que se pusieron tan de moda en los noventa y tampoco me fué mucho mejor.
La cuerda solía golpearme el antebrazo y las flechas apenas alcanzaban el
parapeto a una distancia de diez o doce metros.
Finalmente
aparté el tiro con arco de mi lista de prioridades y nunca volví a intentarlo.
Muchos
años después, por mediación de una conocida, me ofrecieron participar como
alumno en un cursillo de iniciación del Club San Sebastian, avalado por la
Federación de Tiro con Arco e impartido por el maestro y profesor de tiro
Rafael Marín.
Quien me
iba a decir a mi que, al terminar el curso, tirar al arco se iba a convertir en
una de las prácticas que más felicidad, centramiento y conexión con mi ser
esencial me han aportado en la vida.
No solo
por el buen ambiente, el lugar de la práctica, el buen humor o los compañeros
de entrenamiento, que son excelentes y de gran calidad humana, sino por la
vivencia en si desarrollada.
Desde
aquel día, empecé a tirar y a obtener los beneficios de un sistema espiritual,
deportivo y de combate, que aporta réditos al individuo más allá de lo
evidente.
Trabajo
físico y energético constante y
Rafael
Marín, Maestro Arquero y Entrenador de Tiro con Arco, un hombre con
un largo recorrido en disciplinas marciales, de tiro deportivo y prácticas
espirituales, es el artífice del sistema, que bebe de muchas fuentes,
occidentales y orientales tanto de tiro como de práctica espiritual, todas
ellas probadas, asimiladas y practicadas hasta la extenuación para conseguir un
todo homogéneo de enseñanzas, dinámicas, aprendizajes, meditaciones, ejercicios
bioenergéticos, posiciones de tiro y ejecución práctica extremadamente
eficaces.
Todo se
prueba y somete a test en Arquería Transcendental, nada se da por supuesto.
El
sistema, que podría definirse como la Arquería Espiritual de Occidente, es
poderoso y no se limita a la efectividad o el resultadismo del tiro con arco
convencional que se practica en otras disciplinas como el arco tradicional, el
olímpico o la modalidad de poleas, a menudo demasiado centradas en la diana y
en tirar con bajas potencias sin ejercitar la musculatura y el físico del
practicante.
Arquería
Transcendental busca operar cambios profundos y duraderos a muchos niveles
dentro de la persona y aportarle beneficios para su vida cotidiana, trabajando
con arquetipos y conceptos como la concentración, la fe, la certeza, la
confianza, la vinculación con el blanco, la empatía, la presencia, el desapego,
el disfrute y goce en todo el proceso de tiro y también en la vida... y más,
mucho más.
La
práctica se desarrolla en jornadas de divulgación abiertas y talleres de
iniciación de varios fines de semana para los principiantes. Así la gente puede
probar, conocer y saber si la práctica con el arco les es grata y si desean
continuarla o no.
Si lo
desean, hay un grupo regular de práctica al que pueden incorporarse y se prevé
la formación de nuevos grupos en el futuro y posiblemente talleres intensivos
en toda la geografía española e incluso en el extranjero.
La
escuela está en franca expansión, a ritmo calmado pero constante.
El
sistema merece la pena y lo digo por propia experiencia y los años de práctica,
que me otorgan cierta capacidad para poder evaluar y ser un ejemplo personal de
lo que el arco realiza con una persona a nivel no solo externo sino muy
interno.
Tu visión
de la vida, tu centramiento, tu desapego y tu capacidad para centrarte en
objetivos y disfrutar de los procesos de la vida, se transforman.
Y la
práctica, con compañeros o en solitario, es una experiencia luminosa y llena de
matices que son difíciles de transmitir con palabras.
Se trata
de un trabajo de primer orden por y para la luz del ser humano.
Un
trabajo para el alma, serio y sincrético, sincero, que nos permite hablar de la
Arquería Espiritual de Occidente.
Porque,
tal y como dice el proverbio japonés.
La primera flecha abate a las fuerzas tenebrosas.
La segunda flecha reconstruye el Orden del Mundo.
Y el
mundo necesita toda la Luz que un ser humano, con su vida y su ejemplo, sea capaz
de aportar.
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