El Romero






Tenemos la suerte de vivir en la zona noroeste de la Sierra Madrileña y desde aquí, iremos haciendo un recorrido a través de todo lo que tenemos al alcance de la mano, a poco que nos desplacemos para dar un paseo por una Cañada, un Embalse o por cualquiera de los Parques Naturales que nos rodean; pero de momento, mientras esperamos a la eclosión de la primavera, tan cercana ya (aunque ayer mientras pensaba en qué contaros, estaba nevando), ¿por qué no centrarnos en cosas que todavía podemos tener más cerca?
He decidido empezar por el jardín, porque me encanta observar cómo va despertando todo en esta época, tras el adormecimiento invernal (aunque este año, ha sido extraordinariamente anormal; en enero tuvimos ¡una segunda floración en los crisantemos!). Para los que no tenéis jardín, seguro que tenéis un rincón especial con vuestras plantas favoritas y, si no es así, os propongo planificar una simple jardinera o un par de ellas, incluso pequeñas latas grandes de conserva o cualquier otro recipiente, para recrear un hermoso y gratificante jardín de plantas aromáticas. ¿Empezamos con nuestro paseo imaginario?

Hace apenas una semana que ha empezado a florecer un pequeño Romero que planté el año pasado a finales de verano; os enseñaría una foto, pero hoy hay una luz muy fea y prefiero hacérsela cuando salgan unos rayitos de sol; prometo subirla para que veáis las florecillas y lo que han crecido las ramitas.
Si os gustan las plantas y ya habéis investigado en los millones de entradas que existen en la red, sabréis que en la simbología cristiana, el Romero representa la “Fidelidad”. Ése, ha sido otro de los motivos por los que he elegido el Romero para que esté presente en esta nueva andadura del Blog, a modo de tarjeta de presentación.
La Fidelidad y la Lealtad son dos valores que siempre han definido a los “hombres de armas”  junto con el Honor y, los que conocéis a Rafael, sabréis que se “exalta” cuando toca estos temas y que ciertamente es como un caballero antiguo, defensor a ultranza de las armas y la pluma como formas de expresión. Esto me hace recordar el famoso ”Bálsamo de Fierabrás” de don Quijote, que después de ser apaleado por un “fantasma” (si recordáis, era un arriero que le atacó oculto en la oscuridad), le pide a Sancho que llame “al alcaide desta fortaleza y procura que me dé un poco de aceite, sal y romero para hacer el salutífero bálsamo”; el resultado no es el que esperaría el lector, aunque Don Quijote se dé por curado; sin embargo, doy fe y soy testigo directo, de que hace ya unos cuantos lustros, cuando Rafael venía de entrenar tiro con arco, los masajes con Aceite de Romero, lo dejaban como nuevo. Esto es algo que sin duda podéis y debéis probar; ya sabéis que para un arquero es imprescindible cuidar especialmente los grandes músculos del tren superior, sobre todo los trapecios, los infraespinosos y los deltoides; pues bien, el aceite de Romero es maravilloso para relajar los músculos después del sobreesfuerzo, y encima ¡es sencillísimo prepararlo en casa! Y  así, podréis presumir de Vuestro Aceite De Romero
Yo soy una enamorada de JOHN SEYMOUR, así que en cuanto tengo alguna duda voy corriendo a la estantería para leer lo que dice sobre el tema, por eso, hago la gran recolecta de Romero a finales del verano, ya que es en esa época cuando pueden cortarse los esquejes por la mitad para fortificar la planta; estos esquejes, nos servirán para hacer un montón de recetas, pero también para generar nuevas plantas; aunque cuando el Romero tiene ya más de dos años, se pueden cortar ramilletes en pequeñas cantidades en cualquier momento del año. Las flores también aromatizan, así que no las desechéis; ¿os habéis fijado ¡qué preciosas son!?
En castellano, Romero tiene dos acepciones derivadas de distintas etimología (ahora me sale la vena filológica…); una acepción es la de “peregrino”, que deriva de “Roma” ya que fue la cuna de las primeras peregrinaciones y la otra acepción, es la del arbusto del que estamos hablando, que en este caso, deriva del latín “ros maris”, traducido como “rocío marino” y en algunos sitios como “bálsamo marino”. Si os fijáis por la mañana, cuando despuntan los rayos de Sol en vuestro Romero florido, realmente tendréis la sensación de ver gotas de rocío salpicadas por las ramas.
Podría contaros las mil virtudes medicinales del Romero, pero hay infinidad de páginas tanto botánicas, como de fitoterapia y naturopatía que os darán una información mucho más cualificada que la mía, aunque también podéis decirle al “Naturópata de la casa” (Rafael), que os cuente más mientras recogéis las flechas y los arcos tras un entrenamiento o mientras os da la prueba del Drambuie que acaba de preparar. Yo puedo contaros sólo mis experiencias con el Romero, por eso vuelvo a insistiros en que os fabriquéis rápidamente el vuestro. Cuando estáis cansados por demasiado esfuerzo físico o mental, o simplemente tras un largo paseo por el monte, un masaje con aceite de Romero es el “sumun”, pero como no siempre es posible que alguien os lo dé, podéis prepararos un buen baño con ese maravilloso aceite que habéis fabricado o, todavía más sencillo, tras una ducha tonificante, extendedlo por el cuerpo sustituyendo a la crema corporal y ¡ya me contaréis vosotros mismos los resultados de la experiencia! Merece la pena, así que ¡ánimo!
Me voy a preparar unas galletas de Romero… ¡Hmmm!
¡Suerte Arqueros y Curiosos y hasta el próximo post!


Sol