Primeros consejos de recolección y preparación de nuestras hierbas.



¡Salud Arqueros y Montaraces!. Vamos a abordar los rudimentos de toda preparación.
Primero, como decíamos hace poco, disfruta en todos los pasos.  Recoger hierbas no difiere en esto del tiro con arco: es un cortejo y, por tanto, o disfrutas del camino, o no encontrarás el fin; no tiene base científica, pero lo que de verdad confiere potencia a cualquier preparación es esto y no otra cosa, siempre que uses los ingredientes adecuados.
Segundo, no te acerques a la naturaleza como un saqueador. Respeto y agradecimiento son importantes en las relaciones humanas, y aquí también. Coge lo estrictamente necesario (ya dijimos que es poco, basta una pequeña parte) y deja el resto a la propia naturaleza y a los demás, tanto si estás en el monte o incluso en tu propio huerto de medicinales. Usar tus propias hierbas es casi una razón emotiva, energética; las que puedas adquirir en herbolario tienen los mismos principios.
Tercero, respeta a la tribu; esto te da una medida del tiempo en que vives. Algunas plantas están protegidas (como la humilde manzanilla) y, aunque algunas leyes son un exceso, suelen tener un sentido. Muchos depredadores ambientales ostentaban buenas razones. Así, sentido común, respeto y tolerancia suelen ir de la mano. A estas alturas, ya no hay naturaleza sin el hombre, ni hombre sin naturaleza. Recoge los dones y respeta a los demás; otros llegaron antes que tú y hay muchas perspectivas, a menudo el campo tiene dueño y acoge otros usos ancestrales, como el de agricultores y cazadores.
Dicho esto, podemos entrar en las bases: a grosso modo hay tres preparaciones básicas: decocciones, tinturas, aceites, y una cuarta que es la destilación. Combinadas forman una emulsión. Cada una tiene sus ventajas y propiedades.
Para los aceites, ya sea en caliente o por inmersión de las hierbas en frio, personalmente me decanto por el aceite de oliva: Es de aquí, es bueno, es económico. No necesitas un aceite virgen de gourmet, simplemente un buen aceite virgen. Sobre éste, una vez elaborado con las hierbas oportunas,  puedes añadir aceites como el de linaza, con maravillosos efectos sobre la musculatura o, el de trigo –que propiedades aparte- es un antioxidante y conservante natural. Y a partir de ahí equilibrar la mezcla con otros, aceite de pepitas de uva, almendras, sésamo, etc., o “subirla” con aceites esenciales por  destilación.
La decocción prolongada o la infusión en agua, a veces es el mejor método, pero hay que tener cuidado con las temperaturas y las prisas, ya que la temperatura destruye algunos principios. Por ejemplo, el salicílico no soporta la ebullición.
El alcohol. El de farmacia va bien, pero (al menos una parte) es preferible que sea alcohol de uva corregido, una especie de aguardiente bidestilado. En su ausencia, una parte de aguardiente sirve, pero en algunas preparaciones puedes usar brandy, incluso otros alcoholes aptos para ser ingeridos.
Sales. En mi caso la aproximación a este elemento ha sido totalmente empírica, tiene un origen alquimista, y en lo que mi propia experiencia he comprobado, funciona. Funciona físicamente y además permite una mayor “consciencialización” del preparado. Ahora bien, extraerlas no está al alcance de todos y la alternativa, las sales Schüssler, no son exactamente lo mismo y vienen disueltas en lactosa; con todo, sirven.
Bases oleosas para cremas y geles. Hay cremas neutras, pero lo mejor es usar manteca de cacao, karite y cera virgen, o mezclas de aceite y cera. En los geles, podríamos decir que una crema no grasa, lo mismo, si lo haces tú, agar-agar y/o decocción de semillas de lino.
Aceites esenciales. La quinta esencia del vegetal, se obtiene por destilación y aporta aroma y otras cualidades. Añadir esencias y tinturas fuertes al final, es la mejor manera de redondear y potenciar cualquier preparado. Aparte brinda todos los recursos de aromaterapia.
Experimenta. Se valiente, pero no pierdas la prudencia. Verás que una mera suma de componentes que hacen lo mismo, a veces resta. Un sistema no viene mal, y a saber hay dos: la alquimia y la telurología. Una con base celeste, otra con base telúrica. Ambas pueden darte un pie, y ciertas explicaciones –acientíficas- de porqué hay componentes que se complementan siendo opuestos y otros, que se combaten siendo afines.
Y me despido con una máxima de la experiencia: Todos estos remedios se diseñan con la mente, se elaboran con el corazón y, finalmente, se redondean con el olfato.